Un diagnóstico precoz incrementa las posibilidades de curación, ya que si evoluciona puede llegar a afectar a órganos internos. Por eso es esencial un abordaje coordinado y multidisciplinar desde toda la cadena sanitaria. Aquí el farmacéutico comunitario juega un papel importante en lo que respecta a su prevención, detección precoz y en la atención y cuidados de los enfermos.
De hecho, desde Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y los diferentes colegios profesionales llevan años desarrollándose campañas dirigidas a concienciar a la población de la necesidad de estar alerta ante la aparición de alteraciones cutáneas que puedan desarrollar un cáncer de piel y de la importancia de protegerse frente a las radiaciones solares.
Aunque estas campañas generalmente se centran en la época estival, los dermatólogos advierten que los melanomas se diagnostican durante todo el año, por lo que es vital insistir en una educación sanitaria primaria y en los beneficios que conlleva un cambio en el estilo de vida para reducir el impacto de los factores de riesgo que son controlables.
¿Qué causa el melanoma?
Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), las causas son diversas:
- Exposición excesiva a la radiación ultravioleta, principal responsable del melanoma al actuar sobre la piel predisponiendo a la aparición de tumores cutáneos. Se debe fundamentalmente a una exposición inadecuada al sol o a otras fuentes artificiales, como las lámparas bronceadoras de ultravioletas.
- Edad: Es más frecuente en adultos entre 30 y 60 años, con una media de 50 años. En niños es raro y su comportamiento suele ser relativamente benigno.
- Características personales que predisponen a presentar esta enfermedad:
- El color de la piel: El riesgo de aparición de melanoma es 20 veces mayor en personas de raza blanca que en las de raza negra. Dentro de la raza blanca el riesgo varía en función del fototipo: cuanto más bajo sea, mayor riesgo.
- Es más frecuente en quienes ya lo han padecido o en en las personas con antecedentes familiares: Aproximadamente el 10% de todas las personas con melanoma tienen antecedentes en la familia. Puede deberse al estilo de vida (exposición frecuente al sol), o a una mutación genética.
- Por ciertas enfermedades, como la xeroderma pigmentosum, que se basa en un defecto genético por el cual sus células son incapaces de reparar los daños que ocasionan la radiación ultravioleta. En este caso el riesgo de melanoma en edad temprana es 2.000 veces mayor respecto a la población general.
- Lesiones precursoras, como por ejemplo las personas que tienen múltiples lunares en la adolescencia.
En estos casos es necesario recordar al paciente que debe realizar revisiones periódicas con su dermatólogo y extirpar toda lesión sospechosa.
¿Cuáles son los síntomas?
Los melanomas no suelen ser dolorosos. La primera señal puede ser un cambio en el tamaño, forma, color, o sensación de un lunar existente. También pueden aparecer como un lunar nuevo, negro o anormal.
En los varones suele aparecer en el tronco o la región de la cabeza o el cuello, mientras que en las mujeres es más común en brazos o piernas.
Si esto ocurre, es necesario derivar al paciente al dermatólogo para que haga una valoración. Un primer paso puede ser explicarle la regla del ABCD para ayudarle a distinguir un lunar normal de un melanoma:
- A: Asimetría: que la mitad de un lunar no es igual que la otra mitad.
- B: Bordes irregulares: bordes desiguales. Irregulares, borrosos o dentados.
- C: Color: los colores más peligrosos son los rojizos, blanquecinos y azulados sobre lesiones de color negro.
- D: Diámetro: cuando el lunar mide 6 milímetros o más.
A los pacientes que ya han padecido un melanoma hay que recordarles que siempre es aconsejable un seguimiento y revisiones por parte del dermatólogo para efectuar una exploración completa de la piel.
Consejo farmacéutico
- Proteger la piel, y en especial la de los niños, con fotoprotectores y ropa adecuada en todas las todas las actividades realizadas al aire libre (paseos, deporte…) independientemente de la época del año en la que nos encontremos, incluso en días nublados. En el caso de los niños se aconseja utilizar un fotoprotector específico para su edad, ya que su piel es mucho más sensible y diferente a la del adulto.
- Consultar al farmacéutico y/o dermatólogo para seleccionar el fotoprotector adecuado y si presenta una patología cutánea acudir al dermatólogo: El farmacéutico tendrá en cuenta la edad, el tipo de piel y la actividad que va a llevar a cabo. Es importante utilizar un factor de protección solar y una textura adecuada. En pieles sensibles se recomienda elegir fotoprotectores sin conservantes, colorantes o perfumes, pues podrían dar lugar a alergias. De igual manera, una persona con tendencia seborreica o al acné no debería utilizar el mismo protector que otra con piel atópica.
- Aplicar el fotoprotector al menos media hora antes de exponerse al sol para que sea lo más eficaz posible.
- Proteger los ojos frente a la radiación solar con gafas con cristales homologados que reflejen la radiación ultravioleta.
- No exponer al sol a los niños menores de 3 años: Su piel es especialmente sensible y los efectos perjudiciales se acumulan. Haber sufrido quemaduras en la infancia incrementa los riesgos.
- Aplicar el fotoprotector de forma periódica: Al menos cada dos horas.
- Evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, ya que la incidencia de radiaciones solares es mayor.
- Indicar al dermatólogo y/o farmacéutico los medicamentos que habitualmente se tomen, ya que algunos pueden provocar una posible reacción de fotosensibilidad.
- Aplicar crema hidratante tras la exposición al sol.
- Consultar con el dermatólogo cualquier anomalía o mancha sospechosa en la piel.
- Revisar la piel de forma regular una vez al mes: no todas las manchas sospechosas aparecen en zonas expuestas al sol o zonas visibles.